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22.12.09

Representación política y democracia: entre el anhelo y la decepción



Uno de los asuntos que en la actualidad generan mayor preocupación en las sociedades contemporáneas es el de la llamada crisis de representación política, tema central para entender los procesos de consolidación democrática de los países que en los últimos veinte años han transitado de gobiernos autoritarios a unos por lo menos “aspiracionalmente” democráticos.


El termino “crisis de la representación” es utilizado comúnmente para referirse a una diversidad de problemas de la vida política, tales como una baja participación ciudadana en elecciones, baja popularidad de los partidos y los políticos, falta de legitimidad en las decisiones que toman las autoridades y condiciones estructurales que habilitan y permiten la corrupción, entre muchos otros. A pesar de que mucho se ha escrito al respecto, está claro que el asunto esta lejos aún de ser agotado.

Folios dedica este numero al tema de la representación política con la intención de aportar a la discusión y promover un más cabal entendimiento de este fundamental problema, que aqueja la democracia y la vida política de nuestra sociedades. El número que tiene en sus manos se integra por una serie de textos que abordan el problema de la representación desde diversas ópticas: desde la perspectiva poco socorrida de la representatividad de las presidencias o la del poder judical, desde la perspectiva que arroja una exploración clara de temas fundamentales para México, como el de los mecanismos de representación de los indígenas, y el de la participación de la sociedad civil y la rendición de cuentas. Además de problematizar la representación desde distintos ángulos, los ensayos coinciden en la importancia de recuperar el carácter democrático, incluyente y equitativo de la representación, y en subrayar cuál debe ser el rol de cada actor en la labor democrática.

El numero que abre este dossier tiene como propósito generar un piso común para entender el debate y la evolución, tanto teórica como histórica, del concepto de representación y sus usos. Con su aportación, Isaac Preciado nos introduce al tema y explica comprensiblemente los debates y asuntos que rodean a la representación, y sus problemas y retos a futuro. Sin embargo, la intención del autor va mas allá de dar pie a las discusiones subsecuentes en el texto que abordan de manera mas especializada la temática. Este primer texto resalta la importancia de entender la representación como un proceso sustantivo, y pone de manifiesto que, si la democracia representativa no trae consigo un bienestar económico y social para la población inevitablemente esta corre el riesgo de convertirse en un mero procedimiento frívolo y de poco valor para la sociedad.

El texto de Victoria Crespo propone estudiar la relación entre presidencialismo y representación partiendo de una distinción entre la institución presidencial y presidentes concretos. Su artículo propone un recorrido histórico a través de los distintos significados atribuidos a la presidencia en América Latina desde sus más tempranas manifestaciones republicanas, pasando por los procesos de formación del estado en siglo XIX, la democratización de la institución y la representación plebiscitaria de las presidencias populistas del siglo XX. Este enfoque pretende ser una visión alternativa al estudio de la representación, que se ha concentrado casi siempre en el poder Legislativo.

De manera sumamente didáctica, Andrea Pozas Loyo y Julio Ríos nos introducen a la problemática aún más compleja de la relación entre la representación ciudadana y el poder judicial. Esta relación puede sorprender al lector, ya que en las constituciones modernas los jueces están completamente separados de la representación popular. Sin embargo, los autores señalan que efectivamente existe una relación entre la representación y el control de constitucionalidad en las democracias contemporáneas y reseñan el debate en torno a la tensión entre el control constitucional, fundamentado en la protección de las minorías y en una balanceada separación de poderes, y la democracia, basada en el principio de las mayorías y la soberanía popular.

El ensayo de Juan Carlos Martínez aborda la problemática fundamental de la representación política del los pueblos indígenas en México, un tema ineludible para los estudios en torno a la representación no sólo en México, pero en la mayoría de los países de América Latina. Martínez estructura su trabajo desde el punto de vista de la exclusión de los pueblos indígenas y localiza las causas de esta exclusión en el proceso de formación del estado mexicano en el siglo XIX. Martínez demuestra la incompatibilidad discursiva y teórica entre el liberalismo—que finalmente cristalizó como ideología política dominante—y el multiculturalismo, lo que dificulta arribar a una “solución” al problema de la exclusión de los pueblos indígenas en la esfera política.

Finalmente, Jorge Romero León nos presenta un texto que enmarca los textos anteriores desde la perspectiva de la sociedad civil. Explora el significado de rendición de cuentas y su relación con el concepto de representación, y desarrolla una tipología para apreciar el valor que agrega la sociedad civil a la democracia representativa por medio de la rendición de cuentas. En su ensayo, Romero León desarrolla una crítica implícita a las democracias que no representan, y añade una dimensión distinta a la tan sobada idea de la democracia participativa, que lejos de ser una panacea en las sociedades contemporáneas no garantiza una transformación de los modelos de gestión pública. Para dar paso a esta transformación sigue siendo indispensable la existencia de un estado de derecho pleno y mecanismos de acceso a la información y de control entre poderes, argumenta el autor.

Los textos aportan así distintos elementos para participar de manera informada en un debate en curso. Un debate que nos concierne e involucra. Un debate que nos convoca y nos exige. El número busca así aportar a la construcción y a la problematización de ciudadanía y ampliar la perspectiva sobre qué implica, y qué nos demanda, la legitimidad. Esta aportación encaja en la aspiración de un proyecto de transformación de largo plazo, consciente de que no basta discutir sobre la representación y sus crisis, atenta al hecho de que debe habilitar la transformación de instituciones, reglas y organizaciones, y en el largo plazo también del rol de los individuos y de nuestras sociedades. Ambiciosa aspiración, sí. Al igual que la de una democracia representativa.

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